martes, 28 de marzo de 2017

Federico el grillo

En los lugares más inhóspitos y desconocidos del mundo, llámense Ministerio de Defensa español o Embajada española de Londres, ha llevado a cabo su vida Federico el grillo, una especie en peligro de extinción que ha desarrollado, adaptándose a las consecuencias, un rasgo especial que le pone en la cúspide de la selección natural darwiniana, el "no sé nada".

Aquellos que no estén atentos a los documentales de la Sexta, los de los rojos, o eso me dicen, no tendrán constancia de esta especie actualmente en desarrollo. Su auge es tal que diferentes especies en toda la Península Ibérica han alcanzado dicha característica, mutada en ocasiones hacia el " sólo dos me han salido rana" o el "eso lo lleva mi marido".

El espécimen en cuestión, tras haberse visto sumido en una de las mayores tragedias militares de los últimos tiempos, el estrello del Yak-42, ejerció su derecho a permanecer en silencio y trató de callar a quien no quiso ejercerlo. En el accidente fallecieron 75 personas, y, tras patéticas actuaciones desde el incidente, como el envío de restos que no correspondían con los pasajeros, se ha constatado que la caída del avión era completamente evitable.

Fue entonces cuando el antiguo embajador español en Londres, el propio Federico, demostró los rasgos obtenidos en su mutación, anotando que "no sabía nada del asunto", declaraciones que, evidentemente, reavivaron la indignación de los familiares de los militares caídos en aquel 26 de Mayo de 2003. Sin duda crea cierta controversia el que pretendan hacer creer a todo un pueblo que, siendo Ministro de Defensa y estando al mando de las operaciones, Federico el grillo no supiera nada de la posibilidad de evitar la tragedia.

Actualmente, tras las publicaciones de la prensa que inculpaban al propio ex ministro en el incidente, éste se vio obligado a abandonar su puesto, sin antes dejar clara su disconformidad con dicha actuación, alegando ser inocente de todo aquello de lo que se le atribuía en los medios de comunicación.

Esto nos lleva a otra cualidad que, por otro lado, cada vez es más frecuente en los integrantes de su especie: la capacidad de pensar que todos los españoles somos gilipollas.

J.M.Vergas

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